Un edificio alto, blanco y de estructura puntuaguda, situado a medio camino entre el centro de la ciudad y los barrios. Está regentado por dos clérigos curanderos, los hermanos Aubert. A simple vista ofrece una sensación agradable, tanto por dentro como por fuera. Se compone de tres pisos en los cuales las monjas del Clero se encargan de cuidar a los enfermos físicos, por accidentes laborales o heridas de guerra en los peores tiempos.
La cosa cambia cuando se desciende a los sótanos, todo un laberinto de celdas frías y oscuras en el que están ingresados los peores enfermos mentales. Nunca salen de allí y sólo las monjas y los dueños del lugar tienen acceso. Se dice que la Orden de la Inquisición suele encerrar allí a magos y brujas para que sanen de su "enfermedad", por toda la eternidad.