Enorme habitación de suelo brillante de mármol blanco, paredes igualmente albinas y bóvedas de crucería que se pierden en la magnitud del espacio. Salpicada de columnas blancas, en cuyas sombras se ocultan los Guardianes del Rey, como estatuas de mármol, siempre dispuestos a proteger a su Señor. Una enorme alfombra de mullido terciopelo azul oscuro con franjas plateadas lleva directamente al Trono, un guarnecido sillón también azul de respaldo altísimo, al menos de cinco metros. Unos sillones situados a ambos lados del asiento del Rey, a una distancia más baja, están reservados a las hijas del Rey.
Sólo los miembros de la Corte tienen acceso a esta sala. Ni siquiera los caballeros pueden entrar sin pedir antes audiencia, a menos que formen parte del círculo de confianza del Rey.